Los últimos años han caracterizado a la sociedad mexicana (y me atrevería a decir al mundo en general) por la radicalización de ideales colectivos que parecía se habían equilibrado, dando como resultado una lucha permanente por la defensa de puntos de vista que suelen terminar en bochornosas confrontaciones.
Es así como muchas personas hemos evitado limitar compartir nuestros pensamientos sobre temas de actualidad a nuestro círculo más cercano de amigos o familiares para evitar “estar en la mira” de los ahora jueces de las causas sociales…de las redes sociales que, amparados muchas veces bajo seudónimos o en el anonimato, se encargan de “destrozar” a desconocidos con argumentos endebles y llenos de faltas de ortografía.
Política, religión, adiciones, orientación y preferencias sexuales, cuidado del medio ambiente, cualquier tema puede ser usado en tu contra, irónicamente, con cualquier respuesta que te animes a compartir.
¿A qué se debe esta paradoja?. Simple, si no estás a favor, estás en contra. Los puntos de equilibrio están vetados en este circo mediático.
Es así como palabras peyorativas vuelven a salir a la luz, después de años de permanecer fuera de los reflectores, dándoles juego para acrecentar ofensas y definir a personas que no tenemos el gusto de conocer, pero sí de criticar.
De esta forma, cualquier rasgo cultural de nuestro país queda expuesto a ser un objetivo permanente para estos términos, todo depende de la subjetividad de los espectadores, que amparándose en los conceptos de alto cultura, menosprecian a la cultura popular por no ser parte de de lo que ellos definen como Arte, fomentando un círculo vicioso que tristemente ha reactivado la palabra naco como ofensa.
De ahí la importancia de redescubrir la importancia de la cultura en nuestra sociedad y de fomentar el respeto por el multiculturalismo que en las últimas décadas ha acercado a diversos países a través de la ruptura de conceptos que se tienen de sus usos y costumbres por el miedo a lo desconocido.
Es decir, primero generamos un prejuicio por lo que no conocemos y después averiguamos si de verdad las cosas son como decimos o nos dijeron.
Pero, ¿qué es multiculturalismo?
De manera subjetiva, este término intenta definir la coexistencia de diferentes culturas que pueden concentrarse en un país, o bien, en cada una de sus entidades, en las que se reconoce la coexistencia de diversos grupos culturales (sociales, artísticos, políticos, por mencionar algunos de ellos) dentro de un mismo estado nacional.
Este término fue acuñado por el gobierno canadiense para referirse a una nueva política de estado de finales de 1960.
Diversos sociólogos y especialistas en la materia, entre ellos Bhikhu Parekh, manifestó en el año 2004 que el movimiento multicultural apareció a inicios de la década de los 70 en Canadá y Australia, propagándose poco después a países como Estados Unidos, Inglaterra, Alemania y Francia.
No obstante, el principal problema en la definición e implementación de este término se agudiza cuando, bajo el concepto de “minorías”, se engloban también otros grupos sociales, como los pueblos indígenas, dado que los propios procesos sociales, políticos y económicos inherentes a cualquier sociedad civilizada han construido un complejo escenario que requiere de procesos que construyan, para las instituciones públicas y/o, privadas una serie de categorías que permitan disponer de datos e información fiables que permitan impulsar áreas de interculturalidad basadas en sus propios contextos históricos.
Es así como dependencias internacionales, como puede la UNESCO, ha buscado generar nuevos mecanismos sociales que permitan identificar este tipo de movimientos que favorezcan la diversidad cultural, la equidad y la creatividad social, y así impulsar programas de trabajo que permitan su desarrollo y la convivencia con otro tipo de cultural tanto nacionales como internacionales.