La semana pasada, a través de redes sociales, se anunció que era oficial en México la venta de la primera copa menstrual desechable, misma que estaría a la venta sólo en la cadena de farmacias San Pablo.
El anuncio causó revuelo, no sólo porque las mujeres se nos ha acostumbrado a utilizar toallas sanitarias o tampones durante nuestra menstruación, sino además porque la copa menstrual es desechable.
De acuerdo con datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), 30 toallas sanitarias tardan 15 mil años en degradarse.
Si una mujer a lo largo de su vida fértil, aproximadamente 30 años, utiliza 15 mil toallas sanitarias o tapones, ¿se imaginan en cuánto tiempo desaparecerían?.
De ahí la importancia de utilizar productos o métodos amables con nuestros cuerpos y, por supuesto, con el medio ambiente.
El problema con la copa menstrual Prudence es que es desechable.
Cada cajita contiene 4 copas desechables que deberán ser utilizadas durante un período menstrual.
Según la marca, es para 4 o 5 días. Cuesta 155 pesos.
Desde que se dio a conocer el anuncio, hubo comentarios a favor y en contra.
A favor porque para las mujeres que no conocen las copas menstruales les pareció una nueva manera de vivir su menstruación.
En contra porque, como ya dijimos, es desechable y además podría haber un asunto de intereses económicos detrás de su lanzamiento.
En febrero de 2016, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), informó al Congreso mexicano que en el país, sólo había una empresa (The Diva Cup) con registro sanitario para vender copas menstruales.
Dado que las copas menstruales son utilizadas por mujeres mexicanas desde hace 10 años, avalar un nuevo producto dejaría pérdidas millonarias a las empresas que se dedican a la venta de toallas sanitarias.
Es por ello que la Cofepris emitió una alerta sanitaria para «recomendarle» a las mujeres no adquirir ni utilizar las copas menstruales, ya que no contaban con registro sanitario vigente y no eran consideradas productos médicos como las toallas sanitarias y los tampones.
La alerta no surtió el efecto que esperaban las autoridades, ya que más mujeres dejaron de utilizar toallas o tampones para darle un voto de confianza a las copas menstruales. ¿El resultado? No volvieron a usar toallas.
Por supuesto que al haber una alerta sanitaria en contra de las copas menstruales obstaculizaría su difusión en el sector femenino, de ahí que grupos feministas se dieran a la tarea de pasar la información de boca en boca para que la mayor cantidad de mujeres conociera las copas menstruales.
Por eso cuando se hizo público que la Cofepris avalaba una copa menstrual, de inmediato se habló de un interés económico, pues este producto sólo puede compararse en las cadenas de farmacias San Pablo.
Otro asunto que molestó al público femenino es que en su Fan Page donde se hace difusión de esta copa menstrual tienen publicidad y comentarios misóginos.
Si una se da a la tarea de entrar a la página Prudence for her lo primero que vamos a ver es una leyenda que dice «No más bendiciones no planeadas», haciendo promoción de sus condones, pero responsabilizando a las mujeres de los embarazos no deseados, ¡por no usar condones! sólo que les falta aclarar que los condones que comercializan son para varones.
Hay otra ilustración que dice «A una mujer nunca se le pone un dedo encima. Adentro sí…» y otro que dice «A veces unas copas de éstas (tragos), hace que te desahagas de éstas (brassiere)».
La página ha acumulado comentarios exigiendo que retiren estas ilustraciones de corte machista, pues no abonan nada en favor de las mujeres.
Copa menstrual, nunca te mueras
LunaCup, The Diva Cup, Meluna Cup o la mexicana, Ángel Cup, son algunas de las marcas de copa menstrual que se pueden encontrar en el mercado on line.
La característica de éstas es que son copas reutilizables. Cada una tiene una caducidad de entre 7 y 10 años, dependiendo el cuidado que se le dé.
Están elaboradas con silicón grado médico que es un material aceptado y recomendado por la Agencia de Alimentos y Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés), pues es suave, amable y maleable en su uso.
No causa callosidades en la cavidad vaginal, ni provoca shock séptico, como sí lo pueden ocasionar las toallas o tampones.
Es fácil de colocar, no produce dolor (ni se siente), no hay accidentes. Se cambia cada 4, 6 horas, según el flujo.
Hay algunas mujeres que lo hacen hasta las 12 horas sin sufrir derrames.
También se puede tener relaciones sexuales aun puesta, con su uso disminuyen los cólicos, se regularizan los ciclos, no hay olores desagradables, me refiero a ese aroma a hechado a perder que provocan las toallas, ya que la humedad y el calor generan esos olores; recuerden, la menstruación huele a lo que debe oler, a sangre y no pasa nada.
En promedio, estas copas menstruales reutilizables cuestan entre 500 y 750 pesos.
A primera instancia parecerían muy costosas, pero si las comparamos con lo que gastamos en toallas y tampones (cada paquete de 10 cuesta alrededor de 40 pesos, unos 500 pesos al año) e, incluso con la copa Prudence (155 cada mes, casi 2 mil pesos al año), nos daríamos cuenta que ahorramos mucho dinero, ya que repito, estas copas son reutilizables, con una vida de hasta 10 años.
Por supuesto que falta mucho difundir los beneficios de las copas menstruales, no sólo con el medio ambiente, sino además con nuestro bolsillo y cuerpos.
Usar una copa menstrual es un acto subversivo, revolucionario, porque se está en contacto directo con nuestro cuerpo.
Porque al hacerlo, inmediatamente conocemos nuestro cuerpo y lo aceptamos como es y sobre todo, desmitificamos a la menstruación (nada de «aquello», Andrés o regla).
Debemos llamarla por su nombre y vivirla como lo que es, un proceso natural que no debe causarnos vergüenza o hablar bajito de ella, usar ropa obscura por si nos manchamos, cuidarnos para que no se note que traemos toalla, echarnos los litros de agua de rosas o perfumes para «no oler mal», cubrir las toallas, tampones o los papeles con sangre para que nadie sepa que nos «está bajando».
Si usamos toallas, tampones, copas menstruales o practicamos el sangrado libre, no importa. Lo que sí es que dejemos de vivir avergonzadas, de seguir en la cultura de ocultar nuestra naturaleza.
Somos mujeres y sangramos, ¿y?