No sé ustedes, pero yo trato que el Día de Muertos sea para mi hijo, más que un disfraz, y salir a pedir calaverita…más que ver a niños pintados de “panditas…”. ¡No es cierto!, de hermosas catrinas y catrines.
¿Ustedes siguen poniendo el tradicional altar de día de muertos?
Yo les aconsejaría que sí, que hicieran todo lo posible por recordar a quienes ya no están en esta vida terrenal, pues no hacerlo me recuerda la historia que relata la película Coco.
Como ya lo he mencionado en otras entradas como en La casa de las flores y los secretos de familia, el pasado de alguna forma nos alcanza y la verdad se revela cuando hay asuntos pendientes.
Cuando la voz del alma llama…
¡Es increíble! cómo generaciones después se sigan presentando patrones o situaciones similares a las que experimentaron nuestros abuelos o tatarabuelos, cuando hay asuntos pendientes en la familia.
Entonces es como si algo más grande que nosotros, como una energía nos mueve, como en la película le sucede a Miguel Rivera, quien quería ser cantante, pero el odio familiar a la música se lo impedía.
Odios generacionales…
Ante el odio se suprime y la película lo muestra de forma clara cuando la familia Rivera elimina del árbol genealógico al abuelo Héctor, porque cuenta la leyenda que abandonó a la tatarabuela “Mamá Imelda” y a su hija Coco, por alcanzar la fama.
¡Qué fuerte!, cuánto dolor generacional reprimido y que finalmente se pasó de generación en generación, pues la abuela de Miguel es una mujer que la presentan en la película sin pareja y siendo la que lleva las riendas de la casa. Es decir, el mismo final que la tatarabuela Imelda.
Flores de cempasúchil para la sanación…
Después de una serie de enredos en la película Miguel descubre la verdad. La persona que aparece en la foto doblada en el altar de muertos de su casa, es su tatarabuelo Héctor, un músico talentoso que fue asesinado, que no abandonó a Mamá Imelda y que simplemente o hay nada que perdonar sino solo comprender lo que pasó.
Finalmente la familia encontró paz en el momento que el tatarabuelo Héctor recuperó no solo su lugar en el altar, sino dentro del sistema familiar a través de Miguel quien lo honró con sus acciones.
Hoy pondré un camino de flores de cempasúchil para que todos los miembros de mi linaje regresen, una calaverita de azúcar representando a cada uno de ellos con su nombre. Hoy pondré un altar para honrar y respetar sus vidas, porque sin ellos yo no estaría aquí.
Deseo llegar puntual el próximo miércoles al 2X1 de frutas y verduras y de #MamáReportera.