Cuando pienso en historias del metro reparo que podría hacer un muy buen diario.
Ahí pasa de todo y es en serio, diario ves, hueles o sientes algo distinto.
Este viernes de quincena por ejemplo, acabé con un dolor fuerte en el hombro por hacer mucha fuerza para entrar.
Y es que hay personas que no te quieren dejar pasar, ¿tienen derecho?, supongo que 5 pesos vale su comodidad.
Lo peor siempre es entrar, en mi caso no busco un asiento, con meterme es suficiente.
Y así somos muchos, que buscamos un huequito para entrar, ya luego pensamos en el segundo problema: salir.
Ah porque no es nadamás ingresar, es poder salir, hay quien se pone como poste y no te deja pasar, no te da permiso y tampoco le importa.
Me he mentado la madre con más de uno porque o no me deja entrar o me aventó el codo.
Y es que el metro tiene a su favor que conecta muy bien, en mi caso sólo son 4 estaciones de mi departamento a la oficina.
También hay metrobús, pero también tiene su chiste, además ahí me han robado dos veces mi celular.
El taxi o Uber sólo uso a veces de regreso, no para llegar a trabajar.
En el metro hay asaltos, robos, jaloneos y manoseos también, algunos con pleito, otros a gusto.
Bueno, hay historias que dicen que hasta la relación tienen en los vagones, eso mis ojos no lo han visto en vivo.
Y qué decir de los olores, hay de todo, una unión de perfumes, lociones, sudor, huy…mis amigos que no lo usan ya se vomitaron.
Lo peor en sí para un Godínez es llegar tarde, por el descuento o por no alcanzar tamal de mole.
Hoy justamente vi un video que parece irreal, pero a la vez divertido y a la vez indignante.
En el tren ligero un chico tuvo que subirse a los tubos para que no lo corrieran.
No indigna lo que hizo el chico, sino que tengamos esa calidad de transporte.
Ya no quepo en el Tren Ligero, pues me subo estilo spiderman
Video 📹 Ed Darrell pic.twitter.com/1vQX0F7Eac
— Tlalpan Vecinos (@TlalpanVecinos) August 30, 2018
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