Nadie puede negar que el Metro es el mejor transporte para distancias largas por menor precio, tan sólo 5 pesos.
Sin embargo, todos los que lo usamos diariamente nos quejamos de muchos detalles que lo hacen ser objeto de críticas.
Algunas de las quejas no tienen en realidad nada que ver con el Metro, sino con las personas que lo usan (usamos), es decir, con ciertos hábitos de la gente, que parecen «animales», como dicen muchas abuelitas.
La mala distribución de los trenes en horas pico. Suelen enviar vacíos a estaciones con mucha gente, pero eso afecta a los que están en las estaciones con menos afluencia, pues no se pueden subir rápidamente.
Los vagones exclusivos para mujeres, que en muchos casos van semivacíos o no tan llenos, mientras que el resto están lo que le sigue de atascados.
Los empujones son parte de, sino no sería el Metro, vaya, uno sabe que seguro te empujan, así que quejarse puede ser contraproducente, pues se desata la ira del otro, o peor, la nuestra.
Las paradas que nos resultan innecesarias, sobre todo cuando llevamos prisa, y peor, que nos dejen en medio del túnel y ahora en temporada de calor, uff, ya se imaginarán.
El mal estado de muchos de los trenes, que aunado a la enorme cantidad de personas, hace que a veces tengan que desalojarlos. Y qué decir del olor, a veces muy insoportable, pero ojo, son las personas que no se bañan mucha parte del problema.
La gente en general que aplica la de «si estoy adentro ya no entras», pero «si estoy afuera a ‘web’ te empujo hasta entrar».
El poco respeto por niños, personas de la tercera edad, mujeres (algunas).
A mí me chocan los hombres que no llevan novias, sino monumentos de mujeres (sarcasmo) que por no querer que se les roce estorban, empujan, ocupan más espacio y además pelean a la menor provocación.
Una cosa medio teta, medio payasa, pero que resulta molesta son los pisotones, uno lleva los zapatos negros y sale del vagón con un tono gris de tantas pisadas.
Los arrimones, ya sé que en cierto vagón hay a quien le gusta, pero sé de casos, sobre todo mujeres, que no tienen porqué soportarlos.
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