La llegada del nuevo siglo trajo consigo muchas de las libertades que se les habían negado a las generaciones de nuestros padres y nuestros abuelos.
Durante 18 años, hemos sido testigos de profundas transformaciones en nuestra sociedad y en el mundo en las que alternar los roles de actores y espectadores, dependiendo del lugar en el que nos encontremos (o queramos estar).
El siglo XXI alcanzó la mayoría de edad entre redes sociales, hipster’s, millennials y problemas que pueden cambiar de nombre, pero siempre están ahí, como las guerras, las injusticias y otros menesteres.
Sin embargo, esta permanencia de lo conocido y la incertidumbre de lo que no se ve, pero se descubre a través de nuestras pantallas de celulares, tablet’s y computadoras nos han vuelvo más insensibles y, hasta cierto punto, sobrevivientes en este mundanal mundo.
Sobrevivientes de un mundo que ya no busca –o lo que es peor- no sabe vivir de manera pacífica y feliz con lo que le rodea.
Por eso, creo que debemos retomar algunas viejas dinámicas de los roles que los caballeros buscaban en el pasado, entre ellas, la de los denominados bon vivants.
Bon vivant, ¿qué es?
Bon vivant es un término francés que significa “buena vida”, y sencillamente, se asocia con aquella persona que vive y sabe vivir.
Aunque como todas las definiciones, puede tener muchos significados.
Muchos se autodenominan así al definirse como personas llenas de estilo y gustos refinados, mientras que para otros puede ser una forma de referirse a un vividor.
No obstante, el primer significado es idóneo para esta nueva aventura, en donde no sólo buscaremos compartir algunos temas que podrían prestarse para blofear con nuestros amigos o la gente que nos rodea.
Sino para lograr acuñar un distintivo que nos ayude a ser mejores personas, o al menos, a intentar vivir bien y bonito dentro de esta paranoia colectiva que parece ha invadido a nuestra querida ciudad.