El 2 de febrero no sólo es el día de los tamales, en realidad es el Día de la Candelaria, una fiesta en honor a esa virgen quien se apareció en Tenerife (Islas Canarias), al sur oeste de España, a principios del siglo XV.
En México suele llevarse la figura vestida del «niño Dios» a la iglesia y quien obtuvo el niño oculto en la rosca de reyes el 6 de enero, haga una fiesta con tamales y atole.
La tradición tiene raíces prehispánicas, cuando en muchos pueblos los habitantes llevaban a la iglesia mazorcas para que fueran bendecidas a fin de sembrar sus granos en el ciclo agrícola que inicia, pues el 2 de febrero coincide con el undécimo día del primer mes del antiguo calendario azteca, cuando se celebraba a algunos dioses tlaloques, según Fray Bernardino de Sahagún.
La fiesta de la Candelaria inicia desde la Navidad, cuando nace Jesús. La ruta católica pasa por los Carnavales, la Cuaresma y el Miércoles de Ceniza, hasta terminar con la Semana Santa.
En México hay una gran variedad de tamales, en muchos estados hay una receta propia. Los hay de dulce, en hoja de maíz o plátano, con chiles, con pollo, con cerdo, de pescado, con frijoles, entre otros.
Mis favoritos: Los veracruzanos por supuesto con carne de puerco en hoja de plátano.
