Se acabó el horario de verano, adiós a los días con luz natural a las 20:00 horas, y bienvenidos los días con noches largas.
Aunque es el «horario normal», el de invierno no me acaba de gustar, principalmente por mi dinámica y preferencias.
Me gusta que sean las 19:00 horas y que aún haya luz natural, y no que ya esté oscuro, me da la sensación de que «ya es noche».
Entro muy temprano a trabajar y ese es el único punto que le doy a este horario de invierno, porque implica que no estará tan oscuro y sí da un poco más de seguridad y no salgo con la sensación de «que salí de noche».
¿Qué hay que hacer?
Simple, atrasar tu reloj, y sentir que ganaste una hora, así que aprovéchala, duerme, o haz algo muy provechoso para que valga la pena.
Sí hay un desajuste en nuestro reloj biológico, pero es menos fuerte que cuando cambiamos al de verano.
Lo peor que puede pasar es que te dé sueño una hora antes, y que te levantes por costumbre una hora antes, ejemplo, si te despertabas a las 6:00 de manera natural, ahora serán las 5:00, pero poco a poco se ajusta.
Lo ideal sería dormir a la hora que lo haces siempre, porque tus actividades laborales o estudiantiles también se mueven y de nada sirve dormir antes o después si lo demás también se movió.
Igual y para acostumbrarte intenta dormir media hora antes de lo que normalmente lo hacías. Ejemplo, si en verano dormías a las 23:00 horas, ahora serán las 22:00, entonces lo ideal será dormir 22:30 en el actual, hasta que puedas o hacerlo a las 23:00 o mucho antes.