El acoso sexual es delito que, prácticamente, todas las mujeres hemos sufrido.
Aunque pensamos que sucede en la adolescencia, la verdad es que la primera vez es cuando somos niñas, alrededor de los 4 y 6 años.
Otra creencia sobre el acoso es que pensamos que los acosadores son hombres mayores.
O en su defecto chicos por arriba de los 18 años. Esto no es verdad.
La cultura machista está tan arraigada en nuestras vidas que desde niños, los hombres aprenden conductas violentas que creen son naturales, propias de su género.
Es muy común presenciar estas actitudes, por ejemplo cuando los niños juegan y uno llora lo primero que le dicen es que parece niña o vieja.
«Los hombres no lloran», le dicen. Es una práctica muy común, que pensamos es natural repetirla hasta el cansancio, bueno, pues lo mismo ocurre con el acoso.
Normalizamos el acoso sexual y la gente alrededor de los niños les hace creer que a las mujeres les gusta ser acosadas, «piropeadas», no importando la edad.
Les comparto una experiencia.
«Me dijo: ‘Pinche vieja ni que estuvieras tan buena'»
Lucía es mi vecina. Tiene 35 años, es pequeñita de estatura.
Mide 1.45 y es muy delgada. Tiene un hijo de 11 años de edad.
Todos los días va por su niño a la escuela.
Para llegar ahí debe caminar varias calles, en una de éstas hay una secundaria y enfrente, un parque.
Es muy común ver a niñas y niños en ese lugar. No rebasan los 15 años.
Lucía iba caminando por ese parque cuando un niño, de unos 13 años, dos años mayor que su hijo, se le acercó y le dijo: «Ay, mamita».
A Lucía le molestó, pero no le hizo caso, siguió caminando.
Su sorpresa fue mayor cuando el niño siguió detrás de ella diciéndole más «piropos» como les llaman los acosadores, en realidad son palabras lascivas, groserías y todo lo repugnante posible.
Lucía se detuvo en seco y volteó para exigirle al niño aquel que la dejara en paz a lo que el niño sólo respondió con un «estás bien rica» y trató de tocarle un seno.
Lucía reaccionó rápidamente y le tomó la mano y se la torció.
El niño le sacaba al menos 15 centímetros de estatura y 10 kilos más de peso.
Esto no fue impedimento para que Lucía se defendiera.
Lo aventó contra la pared y le gritó: «déjame en paz».
Su enojo fue mayor cuando se percató que el niño la siguió, la abrazó por detrás y trató de tocarle una nalga. Entonces Lucía enfureció.
Primero le dio un codazo en el estómago y acto seguido lo tomó del cuello con sus manos.
Lucía estaba muy enojada. Las mujeres y hombres que pasaban por ahí solo la veían con asombro, mientras el niño gritaba que Lucía estaba loca.
La cara del niño se empezaba a poner roja, entonces, Lucía lo soltó y aventó al piso.
El niño, sorprendido de que Lucía se defendiera, le dijo entre dientes: «Pinche vieja, ni que estuvieras tan buena».
Entonces ella le gritó : «¿Cómo, ya no te resulta divertido acosarme?».
El señor que vende chicharrones le dijo «no se enoje, señorita, es un chamaco, estaba jugando, no sabe lo que hace» y se empezó a reír.
Otras mujeres se dijeron entre sí: «qué exagerada, es un niño».
Lucía enfureció más y remató advirtiéndole al niño: «voy a buscar a tus padres, a tu familia y les voy a contar lo que hiciste, que se enteren que eres un acosador sexual».
Cuando Lucía me contó lo que le sucedió, compartí su rabia y su impotencia.
El niño sabía perfectamente lo que hacía. No era un juego y por supuesto que no era la primera vez que lo hacía.
Lucía cumplió su advertencia, la acompañé a buscar a la familia del pequeño acosador.
Para cuando la encontramos, el listo niño ya les había contado su versión de los hechos.
No la bajaron de loca, de exagerada y la amenazaron de acusarla de ¡maltrato al menor!.
Por supuesto que no nos dejamos intimidar y mi amiga miró fijamente a los ojos al niño y le advirtió:
«Si vuelves acosarme, si yo veo que acosas a otra mujer, si siquiera te escucho decirme algo, te juro que te meto a la cárcel».
La sonrisa burlona del niño se esfumó y las de sus padres también.
Supongo que les quedó claro que Lucía no se andaba por las ramas.
Lo más importante de todo esto es que Lucía se lo contó a su hijo, «porque es hombre y no quiero que por ningún motivo él agreda a sus compañeras. No quiero que piense que a las mujeres nos gusta que nos digan leperadas en la calle, que nos desnuden con la mirada y mucho menos, que traten de tocarnos. Mi hijo no será así «.
No hay edad para ser víctimas de acoso sexual, como tampoco hay una edad estándar para ser acosador.
Ninguna mujer debería ser blanco del acoso sexual. Jamás. A ninguna edad.
Eduquemos a las niñas y los niños a respetar a todas las personas. No nos enfoquemos a que nosotras debemos defendernos, sino a que ellos nos deben respetar. Punto.
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