El 8 de agosto pasado, el Senado argentino rechazó la iniciativa de ley para despenalizar el aborto.
Con 38 votos, de los cuales 24 fueron de hombres, las mujeres argentinas seguirán regidas por una ley que data de 1921.
La marea verde, como fue conocida, hizo eco no sólo en aquel país, sino en muchas naciones de América Latina, Europa, Asia y África.
Millones de mujeres organizaron marchas para apoyar a las «pibas» bajo una única consigna: Aborto Legal, Seguro y Gratuito.
Aunque al final de aquella maratónica sesión (más de 12 horas) el fallo fue en contra, el fuego ya se había encendido. El mundo se tiñó de verde.
México no fue la excepción. Grupos feministas organizaron movilizaciones en diversas entidades. El pañuelazo verde estuvo presente y provocó un sinnúmero de reacciones en la opinión pública, a favor y en contra.
Grupos ProVida, integrados en su mayoría por hombres, se dieron cita en el Monumento a la Madre, embozados y con un pañuelo azul con la leyenda «Por las dos vidas».
El debate se ha extendido por el país y es tema en oficinas, tertulias y comidas, sin embargo, México es un país futbolero, católico, guadalupano y con una ferviente veneración hacia las madres, de ahí que no querer tener hij@s, o peor aún, abortar, es el peor de los pecados, algo antinatura, pues la mujer, en una sociedad machista como la nuestra, es sinónimo de madre.
Dice Marcela Lagarde, feminista mexicana de extensa trayectoria, que las mujeres siempre son concebidas en la sociedad como futuras madres. No serlo, negarse o impedirlo es una afrenta a su «naturaleza».
Pero debido a la lucha del movimiento feminista ese pensamiento, costumbre, ideología y forma de vida ha quedado en entredicho. Ahora las mujeres estudian, se desarrollan profesionalmente y no todas anhelan ser madres. Muchas, incluso, han decidido no serlo.
El derecho a decidir sobre nuestros cuerpos es un derecho que se nos ha negado pese a que el artículo 4° de la Constitución expresa claramente que hombres y mujeres tienen «el derecho a decidir de manera responsable e informada el número y espaciamiento de los hijos».
Sin embargo, este precepto constitucional ha sido olvidado y violado por personas del ámbito social y, sobre todo, político y religioso, sin importar la opinión de las mujeres.
Es un argumento moral y religioso el que se ha impuesto en las leyes, dictadas en su mayoría por hombres, que rigen a las mujeres.
Aquellas que deciden no ser madres o que han abortado son señaladas socialmente, no sólo por sus vecin@s, sino también por sus propias familias. Hay una negación muy marcada para que las mujeres no tengan el poder de decidir sobre sus cuerpos y, revelarse, tiene costos sociales.
En México, de acuerdo con cifras del Colegio de México, se practican un millón de abortos al año, la mayor parte de forma clandestina.
Aunque las 33 entidades permiten la interrupción del embarazo por violación, autoridades y grupos ProVida no acatan esta disposición y obligan a las mujeres a seguir con el embarazo.
Paulina y Dafne
El 31 de julio de 1999, dos hombres ingresaron con violencia a la casa donde vivía Paulina, de entonces 14 años. Robaron pertenencias y antes de marcharse la violaron quedando embarazada.
Pese a que el Código Penal de Mexicali le permitía pedir un aborto, la Procuraduría General de Justicia estatal le negó ese derecho y, en cambio, la llevó con un sacerdote para intentar disuadirla. Asimismo, personal médico del Hospital General de Mexicali mintió a la madre de Paulina asegurándole que si le practicaban el aborto, moriría.
Por si fuera poco, un grupo que se hizo pasar por funcionarios del DIF, obligó a Paulina para que viera el video llamado El grito silencioso (1984), muy popular entre las personas en contra del aborto, donde «muestran» que el feto «sufre» el proceso de interrupción del embarazo.
Al final, Paulina fue obligada a llevar a término ese embarazo producto de una violación y es el caso más emblemático de cómo en México se violan los derechos reproductivos de las mujeres.
Pero ella no es el único caso, Dafne Mapherson, fue sentenciada a 16 años de prisión por tener un aborto involuntario en febrero de 2015 en San Juan del Río, en Querétaro a pesar de que no sabía que estaba embarazada.
Le han negado todos los amparos que ha tramitado; lleva tres años en un penal. Hay más casos…
Castigo a las pecadoras
En México, sus 33 entidades despenalizan el aborto por violación.
Por salud, 14. Peligro de muerte, 14. Imprudencial culposo, 30.
Inseminación artificial no consentida, 13. Alteraciones genéticas, 16. Razones económicas, 2. Hasta las 12 semanas, 1.
Las penas en caso de infligir los reglamentos varía, va de acuerdo al estado y depende de «la fama de la mujer».
17 estados protegen la «vida desde la concepción».
29, de las 33 entidades castiga el aborto con cárcel, trabajo comunitario, multa económica e, incluso, terapia sicológica, por ejemplo Jalisco castiga con 1 a 5 años de cárcel, con tratamiento médico posaborto y reafirmación de los valores humanos para fortalecer la familia.
La organización Las Libres contabiliza que en México hay más de 700 mujeres en la cárcel por abortar, el 70% de manera involuntaria, pero son calificados como homicidio en razón de parentesco son sentenciadas hasta con 20 años.
Mi decisión
De acuerdo con estudios, la unión del espermatozoide con el óvulo no es sinónimo de vida, se necesita más que material genético de ambos lados para que haya vida. Ésta sólo es posible por la mujer, quien a través del cordón umbilical, el cual se forma en su totalidad después de la semana 12, brinda lo necesario para que el feto crezca.
Pero en una cultura como la nuestra, en donde medimos con diferente vara según la situación, las mujeres que deciden abortar son juzgadas como ninguna otra persona, incluso, quienes han caído en las drogas se les ayuda y rehabilita; al hipertenso y con diabetes y sobrepeso se le atiende, aunque haya pasado toda su vida comiendo deliberadamente y sin moverse; al fumador se le trata su cáncer de pulmón, pero a la mujer que está embarazada y no quiere ser madre no se le ayuda, se le juzga por cascos ligeros, por abrir las piernas, por puta y, por tanto, debe asumir SUS consecuencias.
Lo peor es que si una mujer decide, obligadamente, a seguir con el embarazo no dejarán de juzgarla y señalarla. Será siempre la joven que no se dio a respetar, la puta que no se cuidó, la madre soltera, la luchona.
Después, todas esas personas que lucharon por las «dos vidas» ya no estarán, no habrá seguimiento ni de ella ni del bebé. No hay ayuda. Nada, porque es SU problema.
Y es que el ejercicio libre de la sexualidad no es visto de manera igual en un hombre que en una mujer. En el primero es normal que experimente todas las veces que quiera, no hay presión social si embaraza a una chica, incluso, si no se hace responsable de su paternidad no hay linchamiento social.
En cambio para las mujeres no es así, no puede tener varias parejas sexuales y estar embarazada es una consecuencia por su «ligereza» y debe asumir su culpa.
Por tanto, exigir que el aborto sea legal, seguro y gratuito no es porque se esté en contra de ser madre, sino porque no todas las mujeres viven embarazos en igualdad de condiciones.
La maternidad debe ser elegida, jamás por destino, violación, o por ser mujer.
La maternidad debe ser planeada, deseada, disfrutada, libre, sana, tranquila, pero por desgracia no todas las mujeres tienen esa fortuna.
Muchas mueren en el parto por ser muy jóvenes (hay madres a los 11 años), porque son pobres y no pudieron alimentarse correctamente y/o no tienen acceso a los servicios de salud, pero también hay miles más que mueren por asistir a una clínica clandestina, donde por 2 mil pesos o menos, seudomédicos les practicaron un aborto.
Es justo por esas mujeres que se pide la despenalización del aborto, para estar en igualdad de condiciones, en la igualdad de decidir si se quiere ser madre o no, para elegir cuándo, con quién, cuántos, cómo y dónde ser madres.
Es nuestra elección, es nuestro cuerpo, nuestra decisión.
*** Algunos datos :
✔️ El movimiento feminista además de exigir aborto legal, seguro y gratuito, pide que haya una maternidad voluntaria, educación sexual amplia, distribución de anticonceptivos eficaces, seguros y baratos, no esterilizar sin consentimiento. La pildora del día después y la Interrupción Legal del Embarazo (ILE) deben ser la última opción, ya que no son anticonceptivos, sino métodos de emergencia.
✔️ Al año, en América Latina, 760 mil mujeres son hospitalizadas por complicaciones relacionadas con un aborto.
✔️ 22 mil mujeres mueren por practicarse un aborto clandestino, la mayoría eran de escasos recursos.
✔️ Desde abril de 2007 (año en que se aprobó en la CDMX la interrupción del embarazo hasta la semana 12) a octubre de 2017 se atendieron a 18 mil 435 pacientes. De éstas, 70% era de la capital, 25.6% del Edoméx y .6% de Puebla.
🔹El 40.3% tenía la preparatoria, 17.5% educación superior y sólo 1.7% sin educación. El 38.8% se dedicaba al hogar, 24% eran empleadas. 53.5% eran solteras, 28% en unión libre y 14% casadas.